miércoles, 17 de septiembre de 2014

Alma en Pena

El silente espectro merodeaba taciturno por el campo santo. Tenía hambre y así pareciera un caníbal necesita alimentarse...
No podía comerse a los vivos, estos estaban fuera de su alcance.
Pero los espíritus recientes de gente fallecida, niños, ancianos, y mujeres.
Era el alimento de los espectros andantes, por eso cada noche merodeaba
el cementerio aquella alma en pena, que no encontraba el descanso.
Ese día en una lùgubre fosa común había varios cadáveres.
niños, hombres, personas sin familia, muertos en la indigencia, en plena calle.
El aura de aquel espectro se sintió atraído por aquella energía que emanaba
de aquella sepultura, necesitaba alimentarse de aquella energía reminiscente.
Cada día hacia lo mismo se alimentaba de la energía de cadáveres recién fallecidos.
Se daba su festín y luego vagaba, lamentàndose de su destino.
Su agonía era indescriptible, pero solo era oída por el resto de los espectros
que por allí vagaba, la energía que quitaba aquellos cuerpos.
Los convertía en los siguientes espectros que vagarían por la eternidad.
En la lontananza de aquel campo santo y entre tanto lamento no todos
los espectros eran iguales algunos, no se alimentaban de la energía de otros cuerpos.
Mas bien los miraban por encima del hombro con gran desden.
Solo los visitaban y antes de llegar a su destino se presentaban ante ellos.
Otros en cambio les encantaba asustar a niños, y ancianos, se impregnaban del terror.
Que producían en ellos, adoptaban los mas espeluznantes formas, caras terroríficas
cuerpos amorfos, verdaderas deformidades, sonidos y ruidos de ultratumba..
También aquel campo santo existían espectros buenos, los menos, pero
también existían y daban compañía a los muertos recientes, estos se regocijaban
de la esperanza de aquellos cadáveres del deseo de ver a sus familiares y seres queridos.
Aquellos espectros solo podían visitar tumbas y fosas comunes que no estaban
bendecidas, ni tenia a nadie que fueran a visitarlas, almas pérdidas como ellos.
Esa era las leyes que imperaban en aquel campo santo la mayoría de los muertos
encontraban su destino, en cambió otros vagaban por sus recintos como almas en penas.

Sin encontrar nunca la paz y descanso que tanto necesitaban.

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