CAPITULO 1
Creí ciegamente en la luz y se apodero de mí la soledad.
Tarde fugaz la de ese día, salí a caminar apreciando la belleza de las nubes parecía un día como cualquier otro, vague sin rumbo fijo terminando en el parque central de la ciudad; alguien grito mi nombre al voltear con desbocados cabellos al aire corriendo hacia mí una amiga de la que hacía tiempo no tenía noticias.
-¡Alberto!- gritaba con fuerza mientras se acercaba
-Hola Miriam, ¿qué tal?
-MMM… Tanto tiempo sin vernos y tú solo me saludas como si nos hubiéramos visto ayer, y dices ser mi amigo….
-No es para tanto- es lo único que se me ocurrió responder.
Después de un rato de recriminaciones y una charla amena recordando viejos tiempos le invite un helado; comenzamos a caminar sin destino alguno; fue entonces que la vi, ahí estaba esa mirada que me hizo palidecer, tan lejana, tan cercana, ¡qué risueño contacto el de tus ojos en los míos!, vasto un segundo para reconocernos enseguida. Una sola ves marca el destino como un suspiro y solo eso basta para saber que estoy vivo. Sin pensarlo la aborde diciéndole, “envidia tengo de ese viento que te toca con su brisa tierna al amanecer y te acompaña durante el día hasta al anochecer” mi corazón latía con tal rapidez, provocando un caos de sensaciones, me olvide por completo de Miriam, inclusive de la gente que deambulaba por el lugar, en ese momento no existía nada más que su mirar; Miriam con un golpe en la nuca me saco del transe…
-¡E!… despierta, tierra llamando a Alberto, responde por favor.
La chica comenzó a reír; fue precisamente su riza la que me despertó del embrujo.
-Hola, me llamo Alberto.
-Hola, soy Leslie.
-Hola amiga, mi nombre es Miriam y creo que este tonto te asusto.
-¡Miriam!… grite enojado -¿Cómo puedes decir eso?
-Vamos eres un idiota, que manera es esa de abordar a una chica; disculpa a mi amigo es un poco atolondrado.
-No te preocupes, no pasa nada, además es la primera vez que alguien me dice algo tan bello- respondió Leslie con una sonrisa tierna en el rostro.
Tal vez por impulso o miedo a no verle otra vez le dije:
-Que fascinación la que se encuentra en tus ojos; ¿quieres ser mi novia?
-¿Qué te pasa?, ¡estás loco!, ¡apenas si te conoce!, ¿cómo puedes preguntarle eso?… vocifero Miriam.
Recuerdo bien que cuando Miriam comenzó a regañarme me comencé a sonrojar, me quede mudo, sin poder siquiera levantar la mirada, sin esperarlo siquiera Leslie se acercó hasta donde yo estaba e inesperadamente me beso en los labios; aunque fue un beso tierno, sin mucha pasión, estuvo bien ya que dio inicio a un mundo nuevo donde la flor que florece, el día más largo, las luces del cielo y todo aquello que nos rodea parecen fugases mientras te pierdes en el camino del viento.
Tiempo hermoso en el que nos encontramos; comenzaron las clases de preparato-ria, será el destino o porque así lo quiso dios, terminamos estudiando en la misma escuela, diferente salón pero al fin y al cabo estábamos cercas; horas largas el esperar para poder verte, horas eternas sin poder escuchar tu voz, unos segundos bastaban al verte para poder continuar con el día a día, entre las clases y actividades extras, yo con mis actividades deportivas en el equipo de basquetbol y la rondalla, tú con el club de lectura y el ajedrez, poco era el tiempo en que podíamos estar juntos; recuerdo bien esa tarde lluviosa esperando en la parada del autobús, sin que te dieras cuenta comencé a dibujarte sentada leyendo ese libro; desde ese día aquel dibujo se volvió mi tesoro más preciado.
Por fin pude invitarte a salir, decidimos ir al cine, a tomar un helado para terminar en la alameda…
-El mañana está en algún lado –dijiste.
-¿Cómo dices?
-Mmm… no es nada, solo pensaba en nosotros –en ese instante tu mirada me pareció distante y triste –sabes, debemos hacer una promesa.
-¿Qué clase de promesa? –conteste.
-Prometamos aquí y ahora amarnos hasta la eternidad.
-Te prometo amarte cada día de mi vida por el resto de la misma y más haya, y si es ne-cesario te entregare mi vida sin preguntar.
-Eres un extremista –me dijiste, para continuar, -basta con que me ames en esta vida así como yo lo hago; sabes tengo una gran idea para terminar el día.
-¡A sí!, solo dime y lo haremos.
-¿Me lo prometes? –asentí con la cabeza –espero no te arrepientas –negando solo con la cabeza no dije palabra alguna no hacía falta – muy bien, entonces vamos.
Sin saber a dónde nos dirigíamos te seguí; gran sorpresa la que me lleve, termi-namos en frente de una casa muy elegante, pero tarde comprendí que esta era el lugar donde vivías y la sorpresa mayor fue el que me presentaras ante tus padres y tu pequeña hermana como tu novio; yo estaba muy nervioso, no podía ni decir una palabra, lo que más me sorprendió fue la forma de ser de tus padres, recuerdo bien, su padre de nombre José fue quien rompió el hielo, la amabilidad de su madre al servirme un vaso de limonada e inclusive su pequeña hermana Carolina; la cual lleva el mismo nombre que su madre, tan amable y tierna que me presto su muñeco de felpa, el cual al parecer no a cualquiera se lo prestaba; creo que les agrade.
Fueron tiempos maravillosos los que viví a tu lado, paseábamos juntos cada que podíamos, tus padres hasta nos llevaban a parques o al cine, lo mejor de ir con ellos era cuando su padre se inventaba cualquier excusa y nos dejaba solos; tiempo maravilloso en el que compartimos ese sentimiento, no por casualidad más bien de corazón a corazón. Cursando ya el quinto semestre, todo parecía marchar en favor de nosotros, planeábamos seguir juntos, al terminar la preparatoria yo comenzaría a trabajar, gracias a que era una preparatoria técnica podría conseguir trabajo más fácilmente, tu seguirías estudiando una carrera, pero yo no me quedaría atrás, continuaría con mis estudios por las noches, no porque no quisiera estudiar en una escuela superior, todo se debía a la situación económica en mi familia. Hicimos planes para estar juntos el resto de nuestras vidas, ella terminaría de estudiar y entonces nos casaríamos; pero el destino nos deparo un final distinto, todo comenzó con un mareo en la escuela, días después vino un desmallo, fue entonces que tus padres te llevaron al doctor; quisiste que te acompañara, temías, creo que presentías lo que te ocurriría y no estabas equivocada, después de varios análisis vino el momento trágico, un silencio aterrador, nadie decía nada, rogué por saber de tu situación, don José con lágrimas en sus ojos me lo dijo, detectaron cáncer cerebral, no bastando con eso era inoperable y terminal, seis meses, seis meses cuando mucho restaban de vida para la chica que trajo la luz a mi existir; la conclusión del doctor no fue del agrado de nadie, sus padres buscaron una opinión distinta pero no hubo otra respuesta, fueron solo tres meses más los que pudimos compartir antes de que partieras, los meses más difíciles que vivimos juntos hasta que llego y se apodero de mi la soledad; de lo único que me arrepiento de ese entonces es el no haberte presentado formalmente ante mis padres, había decidido hacerlo el día de nuestra graduación y ella estuvo de acuerdo.
CAPITULO 2
Rosas en un ataúd.
Rosas blancas lleve para despedirme, y las lleve porque eran las preferidas de mi amor, decía que eran mejor las rosas blancas porque representaban la pureza de nuestro amor.
Pasaron ya quince años, salí como aquella vez de paseo por el centro, vagando lentamente, de repente escuche mi nombre; era Gaby una compañera de la preparatoria.
-Hola Alberto, tanto tiempo sin vernos… ¿Cómo has estado?
-Bien- fue mi respuesta.
Comenzamos a caminar platicando y recordando momentos felices; por el calor de ese día fuimos por un helado, caminábamos tranquilamente, llegamos hasta donde un vendedor de frutas; fue ahí que la vi, solté mi helado, era Leslie…
-¡Tu!.. ¡Maldito!… ¡Te voy a matar!- repentinamente esa chica arrebato el cuchillo del vendedor y lo puso amenazante en mi cuello -¡Maldito!, te are lo mismo que le hiciste a mi hermana –es entonces que lo comprendí, no era Leslie si no Carolina la hermana pequeña, la similitud de ella era tan exacta que al verle palidecí.
-La sangre como vida, la sangre como pago –fueron las palabras que pronuncie mientras levantaba mi brazo izquierdo hasta una altura que fuera accesible a la navaja del arma, la cual postro sobre mis venas, pero no se atrevió, temblorosa por la rabia, mirándome fija-mente a los ojos.
-Tú… maldito…
-Solo hazlo, bastara un segundo y la venganza estará echa –más bien en mi interior pen-saba: “bastara un segundo para reunirme con mi amor”
-¡Detente! –Gritó Gaby –no lo hagas, por favor –con lágrimas en sus ojos –te lo suplico, no…
-¡Tú no te metas!, él debe pagar por lo que le hizo a mi hermana, no merece seguir vi-viendo…
Repentinamente Gaby le arrebato el cuchillo de la mano, con una furia extrema le dio una cachetada…
-¡Maldita sea!, tu odio por el debería cesar, él… él no hizo nada malo.
-Que podría esperarse de alguien que es su amiga.
-Tú… en verdad tú… ¡nunca lo comprenderías, no sabes nada! –el tono en que Gaby dijo esto último fue tan alto que las personas que observaban se asustaron. –Él ha sufrido tanto o más que tu… si tan solo supieras…
-¡Dímelo!, ¡Quiero saber!, ¿Por qué no lo dices?
Sin esperarlo siquiera Carolina se dio la media vuelta con motivo de irse, descui-dada bajo la banqueta y una camioneta estuvo a punto de atropellarla de no haber sido porque por instinto alcance a empujarla y ponerla fuera de peligro, siendo yo quien recibiera el impacto para caer inconsciente en medio de la calle.
-¡Mira lo que has hecho!
-Me alegra, ojalá se muera, se lo tiene bien merecido.
-¿Cómo… como… puedes desear eso…?
-¡Él mato a mi hermana!
-Tú no sabes nada… con lágrimas escurriendo por sus mejillas, cabizbaja, con miedo de seguir hablando.
-Bien, tú dices que no se nada, entonces dime, ¡quiero saber!, pero no creo poder perdo-narlo nunca.
-En verdad, ¿quieres saber todo lo que ocurrió… en verdad… lo deseas?
-Ya te lo dije, solo dímelo, aunque no creo que eso cambie algo –su tono se tornó con furia pero sin alzar demasiado la voz…
-No soy quien para decirte lo que ocurrió, inclusive no lo sé con certeza…
-Entonces… ¿Qué es lo que tratas de decirme? –esta vez Carolina exploto en ira y su tono de voz fue demasiado alto.
-Sí en verdad estas dispuesta a saber toda la verdad, toma, esta es la dirección de Miriam, la mejor amiga de Alberto y también de tu hermana, ella estuvo ahí y sabe toda la verdad, pero te lo advierto, una vez lo sepas no abra marcha atrás…
-¿Qué podría cambiar?, no creo que me fuera afectar de algún modo.
-La realidad puede ser más dolorosa de lo que crees… ¡ahora… largo!… no quiero verte más.
Carolina partió rumbo a casa de Miriam, al llegar esta la estaba esperando, al verle se sorprendió por el parecido casi idéntico con Leslie, más sin embargo Gaby le había hablado unos instantes antes para decirle que ella estaría en su casa en cualquier instante.
-Bienvenida Carolina, pasa por favor
-¿Cómo sabe quién soy?
-Gaby me aviso que venias para acá.
-Bien, entonces ya sabe lo que he venido a buscar, así que no perdamos tiempo.
-Siéntate por favor, ¿puedo ofrecerte algo?
-Solo dígame lo que he venido a escuchar y no perdamos más el tiempo.
-Bien… pero primero debo preguntarte si estas segura de querer escuchar la verdad.
-No he venido por nada, diga lo que tiene que decir para poder marcharme.
-Por dónde empezar… bueno… tú sabes cuánto se amaron esos dos.
-¿Qué importa eso?
-Deja solo continuar, bien te decía, ellos se amaron con tal pasión que no creo pueda existir otro amor igual, todo mundo los veía, los envidiaba, algunos cuantos deseaba ser como ellos, por Alberto yo conocí que la vida es tan bella o tan podrida como quieras verlo, siempre sonriente inclusive a la adversidad, hasta yo le envidiaba de vez en cuando por su forma de ser, pero más aún por estar a mi lado cada vez que lo necesite…
-Si tanto lo aprecia, dígame, ¿Qué hace entonces aquí con migo en lugar de ir corriendo para ver que le ocurrió?, supongo debe de estar enterada.
-Sí, me entere gracias a Gaby de lo que hizo por ti.
-Y dice ser su amiga, en lugar de estar aquí debería de ir a verle.
-No te preocupes Gaby esta con él, además ella me avisara de cualquier cosa que ocurra.
-¡Ja! Entonces Gaby es mejor amiga que usted…
-No te preocupes por eso, sabes Gaby siempre estuvo enamorada de él, inclusive ahora debe de estar tan preocupada que no lo abandonara, es por eso que yo no necesito estar ahí, en este momento debo de estar contigo para protegerte de ti misma.
Carolina solo se quedó mirando fijamente a Miriam.
-Ahora continuare, momentos felices y fugaces vivimos los tres, por Alberto me hice íntima amiga de tu hermana, inclusive llegamos a compartir secretos de corazón, todo era maravilloso; sabes conocí a Alberto desde primaria, desde el primer día de clase nos tocó sentarnos juntos, y desde ese día nos volvimos amigos…
-A mí no me interesa su vida, quiero saber sobre mi hermana.
-Antes de conocer la verdad quiero que conozcas un poco de él, solo te pido seas paciente y no me interrumpas más o me veré obligada a no contarte nada… -le miro con determinación para no ser interrumpida de nuevo –continuare… yo tuve que partir de aquí por una enfermedad de mi abuela así que no tuve contacto con Alberto por toda la secundaria, al finalizar prácticamente esta es cuando pude volver a tener contacto con él; créeme cuando te digo que ellos estaban predestinados desde su nacimiento, se reconocieron enseguida cuando se vieron, desde el primer día en que se conocieron se pertenecían el uno al otro, inclusive tu hermana me confeso que solo entro a esa escuela por Alberto, tu padre quería meterla en un colegio prestigiado pero ella insistió tanto que tu padre termino cediendo a sus caprichos, Alberto no era el mejor estudiante que digamos, pero por tu hermana se esforzaba al máximo, él era bueno para los deportes, muy bueno en basquetbol y muy rápido llego a correr los cien metros planos en trece punto seis segundos, el maestro de atletismo de la escuela lo estaba preparando para competencias de mayor nivel…
-Eso no me interesa –interrumpió Carolina.
-Pues deberías, así sabrás por lo que paso y cuanto amaba a tu hermana; pero como no te incumbe te pido que te vayas de mi casa.
Pensando, cabizbaja, por unos instantes carolina sin decir palabra no se movió.
-Lo lamento, no es mi intención molestar, pero no quiero saber de ese bastardo.
-Te comprendo, más sin embargo escúchame, es la única manera de que puedas aceptar lo que tengo que decir de Leslie… -mirándola tranquilamente, Miriam espero unos instantes y prosiguió…
-Todo marchaba en completa armonía, Alberto me confeso un día que solo entro en la rondalla por ella, me dijo que a Leslie le había gustado una canción que tocaba un joven en el autobús y por eso él comenzó a practicar la guitarra, para su cumpleaños le canto dicha canción; aquí entre nos, la verdad es que cantaba muy mal, pero toco como ninguno la canción…
-Disculpe… me gustaría saber… ¿cuál era esa canción?
-La de “lost in love”, la pronunciación de él era buena, lastima de su entonación, sabes no nació para cantar, aun así ella quedo maravillada, él tenía muchos dones, el mayor de ellos era su habilidad para dibujar, inclusive lleno un cuaderno con dibujos de Leslie; por ella aprendió el placer de la lectura; todo marchaba a pedir de boca hasta el día en que tu hermana enfermo o mejor dicho le detectaron el cáncer, fueron tres meses que sufrimos con ella, los meses más largos de nuestras vidas, pero Alberto no se rendía, la visitaba a diario tratando de hacerla feliz, nunca lo demostró, pero sufría en soledad; cuando tu hermana partió, todo cambio, a él dejo de importarle la escuela…
-¡Espere!, se ésta brincando lo que en verdad quiero saber…
-Déjame terminar, prometo contarte todo… Miriam se paró, fue a la cocina por un poco de limonada y unas galletas que ofreció a su invitada…
-Todos perdimos algo cuando ella murió –continuo Miriam haciendo una pausa –el que más perdió sin duda fue él, no entraba más a clases, trate de ayudarle muchas veces, no me lo permitió, estaba devastado, al grado que empezó a auto destruirse, comenzó por romper el cuaderno con los dibujos de Leslie en mil pedazos, destrozo por completo la guitarra que con tanto esfuerzo compro, pero lo peor vino después, un día fui a buscarlo detrás del laboratorio de química; era el lugar más solitario y tranquilo de toda la escuela, por desgracia lo encontré… -haciendo una pausa, con miedo a continuar… -fue lo más horrible que pude haber visto en él… sostenía un roca sobre sus manos… se estaba golpeando la rodilla con tal furia que la lastimo de por vida… trate de detenerlo, pero su mirar me petrifico… le tuve miedo… llegue a creer que lanzaría la piedra hacia mi… ya no pudo seguir con el basquetbol o siquiera llegar a correr… fue triste… yo no sabía qué hacer, inclusive me amenazo si decía algo a sus padres, día a día le vi derrumbarse… y… yo… sin poder hacer nada…. –con lágrimas en sus ojos Miriam se retiró un momento disculpándose… -es duro para mi contarte esto, siempre lo vi tan feliz que me ha sido imposible aceptar lo que se hizo… pero debo decirte todo, tienes que saberlo…
-No se preocupe si en este instante no puede continuar vendré otro día –comento Carolina, apacible y comprensiva.
-Si te dejo ir en este instante, otro día ya no tendría el valor; él no contento con esto, días después entro al taller de mecánica, tenían una prensa de enderezado, la puso en funcionamiento y metió las manos, gracias a dios que la maquina no funcionaba correctamente sino hubiera perdido ambas manos…
-Sí tanto se despreciaba porque no se arrebató la vida…
-Prometió a Leslie no hacerlo…
-¿Qué? –Carolina se paró del sillón enfurecida.
-Toma asiento, estoy por terminar, te decía, la maquina no funcionaba adecuadamente, lamentablemente las heridas que recibió le fracturaron varios dedos y le lastimaron algunos tendones, perdiendo así toda su capacidad para poder seguir tocando, inclusive duro mucho tiempo sin poder siquiera escribir, el dibujo que era su mayor pasión lo perdió; lo vi hace un par de meses y ha recuperado un poco de su habilidad para dibujar, pero ni si-quiera es la mitad de bueno de lo que era antes, sabes se compró otra guitarra, me dio tristeza verle intentar tocar, no pudo terminar una sola canción, se excusó diciendo que tenía tiempo de no usarla y por eso le dolían un poco los dedos, la verdad es que no podrá hacerlo nunca más; gracias a que nadie lo vio haciendo eso, la escuela se responsabilizó diciendo que fue un accidente, y el maestro que lo acompaño al doctor fue quien me dijo que él había recibido demasiado daño en las manos sobre todo en la izquierda, algún día podría volver a tener movilidad, pero no sería al cien por ciento.
Carolina la miraba impaciente, no quería saber de Alberto pero algo le decía que esperara y terminara de escuchar; sin previo aviso, el teléfono comienza a sonar.
-Era Gaby –dice Miriam cuando cuelga y prosigue –solo llamaba para avisar que Alberto está bien, solo se le fracturaron dos costillas, al parecer el impacto le saco todo el aire por eso quedó inconsciente y no tendrá ningún efecto secundario.
Miriam se levanta del sofá y mira distante por la ventana, Carolina solo la observa sin decir palabra, esperando lo que tendría que decirle.
-No sé cómo poder explicarte esto, es demasiado doloroso…
-Solo dígalo, no he venido en vano.
-Bien, espero antes que todo perdones a Alberto, por todos sus errores pero él la amaba demasiado; todo comenzó aquel día en el hospital, tu hermana… le pidió a Alberto que la desconectara…
-¿Qué?, ¡Eso no puede ser posible!, ¡Está mintiendo!, ¡Maldita! –con cada palabra Carolina incrementaba más su tono de voz, la ira la consumía por dentro.
-Tranquilízate…
-¡Es igual que él!, ¿Por qué lo protege?…
-No le protejo, si lo hiciera no te hubiera contado nada…
-Usted… usted… es…
-Toma asiento y déjame continuar –le decía Miriam mientras la tomaba de los brazos y lentamente la empujaba hacía el sillón –sé que no puedes creerlo, lo entiendo, pero no miento, la verdad es que tu hermana había estado insistiendo en eso desde una semana atrás, pero él no podía…
-Entonces… ¿Por qué lo hizo? –gritando esto último.
-Por Leslie, ella le dijo… que si en verdad la amaba… lo hiciera –cuando Carolina escucho esto no podía creerlo y comenzó a llorar, Miriam se acercó hasta ella para abrazarle con ternura –pequeña, no era mi intención hacerte esto, pero yo quiero que perdones a Alberto, ha estado tanto tiempo solo, perdido y triste; puede sonar algo egoísta de mi parte pero quiero que cumpla su promesa…
-¿Qué promesa?… –pregunta Carolina sollozando.
-Momentos antes de que hiciera lo que tu viste ese día, tu hermana nos hizo prometer algunas cosas, a él lo obligo a prometer que no se quitaría la vida y que lucharía por ser feliz; sabes, Leslie lo conocía tan bien, ella estaba segura de que la seguiría, por eso prácticamente lo obligo a prometer eso, a mí me hizo prometer que cuidaría de él, además de que no te diría nada nunca en tu vida, pero tuve que faltar a esto último para poder cumplir con la promesa de cuidarlo.
Carolina permaneció un rato más en casa de Miriam, la tristeza que sentía en ese instante le hizo permanecer ahí, después de un rato sin decir nada se levantó y se fue.
CAPITULO 3
Algún día te enseñare un mundo brillante
Cuatro años han pasado desde el incidente con Carolina, apenas hace unos días ella apareció de nuevo en mi vida, me contó lo que había platicado con Miriam y lo difícil que fue para ella aceptar la realidad, también me comento que sus padres ya lo saben que inclusive a ellos Leslie les había pedido que la desconectaran y la dejaran morir en paz antes que a mí, sin embargo ellos nunca tuvieron el valor para hacerlo; en mí no sé si fue valor o cobardía, lo único que sé es que no podía seguir viéndola sufrir de esa manera.
Dos meses después de reencontrarme con Carolina y de mucho insistir me reuní con sus padres, insistían tanto en conocer a mis padres, pero después de mucho platicar los persuadí de no hacerlo, les conté que ellos nunca se enteraron de esto y que era demasiado tarde para hacerlo, que era mejor así, aunque de no muy buena gana terminaron por aceptar el no conocerles.
Ya han pasado veinte años desde que ella murió, al menos el día de su cumpleaños no fui solo a visitarle, su madre había estado yendo todo este tiempo en el mes de marzo al igual que yo, me contó que algunas veces me ha visto llevarle su rosa blanca pero que nunca tuvo el valor de hablarme, esta vez fuimos juntos y me contó que Leslie se lo había dicho en ese entonces, que me convencería de desconectarla del aparato que evitaba que cayera inconsciente sabiendo el riesgo que conllevaba y que todo este tiempo lo había sabido; las lágrimas no paraban no pude detenerlas, vagaban libremente por mí rostro para caer por el aire y fenecer en paz, un tierno y cálido abrazo por parte de la señora Carolina me hizo recuperar la cordura; los últimos seis meses de mi vida han tenido algunos cambios importantes y aunque mis pies estén atados por cadenas de sufrimiento, mis impulsos desbordantes no están completamente reprimidos, ya que poseo un corazón que anhela poderosamente no ser tan débil como para ser capturado por tantas cosas negativas y miro las estrellas y en el seno del tiempo se deja de pronunciar tu nombre, las luces del cielo son fugadas, el viento denuncia la brisa tenue de los sueños y he visto el cielo negro en el que no hay ni pájaros; te marchaste llevándote los pétalos de mis pupilas, pero aun así sigo luchando por encontrar la brillantes de un mundo nuevo.
La realidad dista mucho de su entender,
Condenada sin razón a los distantes rayos del sol,
Su fuego eterno de pasión se extinguió,
Una identidad taciturna y melancólica adopto,
Y los caminos se pintan de gris,
Sin embargo no es suficiente para todo el sentimiento que se continúa generando al otro lado del espejo.
FIN
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